La apariencia del Neandertal.

El señor de la imagen es Nicolai Valuev, un boxeador ruso (y por lo poco que sé, muy bueno). Si ahora existieran los Neandertales, tendrían una apariencia parecida. Más robusto, con mayor cabeza, con un prominente hueso sobre los ojos... algo parecido al luchador. Pero estas diferencias entre los neandertales y los seres humanos modernos se refieren a las características óseas. Pero visto con la carne y la piel, las diferencias eran menos apreciables.

Al parecer, nuestra apariencia y la suya no era tan diferente, incluso nuestras costumbres y capacidades eran similares. Conocían y dominaban el fuego, eran cazadores recolectores, cuidaban de los suyos e interpretaban el mundo desconocido. Eran tan iguales que cada vez se está más seguro de que hubo cruzamientos entre las especies. Y el genoma del Neandertal fue incorporándose al del hombre moderno.

Al no ser tan diferentes es muy probable que, aunque los individuos de una especie no
encontrara atractiva a un ser del sexo opuesto de la otra especie, se produjeran contactos en ciertos momentos.

Siendo nuestra especie más dominante y numerosa, la otra termina siendo absorbida. Esto lo explica Trinkaus explica para el diario la Vanguardia con el siguiente ejemplo:
“Por ejemplo, en Norteamérica hay dos especies, el coyote y el lobo, que en condiciones ecológicas normales se comportan como especies separadas, compiten entre sí y no se cruzan.
Pero si el medio ambiente se perturba, los machos y hembras de estas especies distintas se aparean libremente y producen una descendencia completamente fértil y viable. De hecho, el lobo rojo, en la parte sureste de Estados Unidos, es un híbrido de coyote y lobo”.

El sedentarismo y el homo sapiens.


Diego Iglesias, médico cardiólogo especialista en Medicina del Deporte se pregunta: ¿El paso del nomadismo al sedentarismo es el resultado de lo que entendemos por el desarrollo de la civilización humana?

Nuestros antepasados vienen de sociedades cazadoras y recolectoras, tenían que recorrer largas distancias, hacer forzosas carreras y emplearse a fondo para poder subsistir. Gastaba nada menos que entre 4.000 y 8.000 calorías por día, frente a las 2.500 (o menos) que utilizamos después de la revolución industrial.

El manejar todo desde un botón y no movernos del sofá es visto como signo de modernidad, de poder y comodidad. Pero ¿es beneficioso para nuestro cuerpo?. O ¿es beneficioso únicamente para las industrias de consumo desmesurado , en que el último cachivache tecnológico nos promete una felicidad sin límites y un mundo de sensaciones?

Hoy se sabe que la actividad física mejora la calidad de vida y que el sedentarismo predispone a contraer varias enfermedades. ¿Por qué no se actúa en consecuencia? Al fin y al cabo, venimos de personas que no paraban, que se movían y hacían ejercicio sin saber que lo hacían. Y nuestros cuerpo siguen siendo , prácticamente, los mismos.

El ejercicio no debe ser una moda, es una parte vital de nuestro cuerpo. Hacer deporte está en nuestros genes.

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