Nos pusimos de pie hace 4 millones de años.


La forma de caminar de los humanos modernos comenzó hace casi cuatro millones de años, según afirma un estudio. Las huellas prehistóricas del yacimiento de Laetoli (Tanzania) han servido a los investigadores para demostrar que los homínidos que poblaban la región hace 3,7 millones de años, los Australopithecus afarensis, caminaban de forma más parecida a cualquier persona de la actualidad que a los primates bípedos, como chimpances o gorilas.

Las marcas de Laetoli son las huellas de ancestros humanos más antiguas que se conocen, conservadas en barro gracias a las cenizas volcánicas. Pero el desgaste sufrido con el paso del tiempo las ha deformado, lo que ha generado varios debates dentro de la comunidad científica sobre la manera de caminar de sus creadores.

Pese a que los homínidos comenzaron a andar sobre dos extremidades hace seis millones de años, algunos investigadores sostienen que la forma humana de andar, con el cuerpo erguido e impulsado sobre la parte delantera de los pies, comenzó con el Homo erectus hace 1,9 millones de años.

"Antes se pensaba que el Australopithecus caminaba encorvado y se impulsaba con la parte media del pie, como los grandes simios de hoy en día", explica Robin Crompton, uno de los autores del estudio. "Sin embargo", prosigue el investigador, "las huellas de Laetoli implican una forma de caminar erguida y con la parte delantera del pie, muy parecida a los humanos de hoy".

Extracto de Público.

El último Neandertal

Al sur de la península ibéricas, concretamente en la Cueva del Boquete de Zafarraya, se encontraron restos humanos: un fémur fragmentario y a una mandíbula, pertenecientes al Horno neandertal. Restos datados en unos 24.000 años. Estos restos aportan información para que se pueda comprender como vivieron los últimos neandertales y como les afectó la entrada del homo sapiens en la península hace ya 40.000 años.

Los restos de los huesos pertenecen a un individuo varón de unos 30 años. El cual recibió el nombre de "hombre de Zafarraya".

El "hombre de Zafarraya" era un hábil tallador de piedra obteniendo su utillaje casi exclusivamente de nódulos de sílex, materia muy abundante en la zona. Por medio de la percusión sobre los núcleos, obtenían lascas sobre las que realizaban sus útiles, en este caso compuestos de raederas, puntas, denticulados, muescas, cuchillos y otros, que vienen a de finir un Musteriense típico.

Los grupos de neandertales que habitaron Zafarraya tenían una caza especializada, concretándose en animales muy jóvenes de cápridos (que representa el 85 por ciento de los restos faunístico), lo que supondría una utilización de la cueva como hábitat estacional: acudirían a ella en primavera, para abandonarla a principios del otoño, que coincide con una mayor dureza climática.

Como ya hemos dicho antes, los humanos modernos llegaron a la península hace unos 40.000 años, así, durante unos miles de años ambas especies vivieron en el mismo territorio.

Numerosos estudios apuntan que no hubo intercambio genético; no hay muestras de guerras entre ambas especies y sí pudo haber imitación tecnológica... Pero aquellos robustos seres específicamente europeos, los neandertales, fueron declinando poco a poco, se quedaron arrinconados. Tal vez los modernos humanos eran más eficaces explotando el territorio y los recursos y dejaron a la otra especie sin hueco para sobrevivir.

Según explican los integrantes del equipo de investigación Nature, "tenían acceso a una comunidad diversa de plantas y vertebrados en planicies arenosas, bosques abiertos y extensiones arbustivas, marismas, acantilados y entornos costeros que rodean el lugar. Tal diversidad ecológica pudo haber favorecido su prolongada supervivencia"

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