De todos los individuos del género Homo, la especie primera, la que más se parecería a la nuestra sería justamente la del Homo Antecessor. Estos serían una mezcla entre rasgos arcaicos y rasgos modernos.
Por ejemplo, su crecimiento era similar al nuestro, quiero decir, que su adolescencia y niñez se desarrollaban de forma más lenta que por ejemplo la del Neandertal. Nuestra especie, en comparación con otros homínidos, e incluso otros primates, tiene una infancia y adolescencia muy larga en cuanto al tiempo de vida se refiere.
Además, la cara del Antecessor era también muy parecida. La mandíbula estrecha, acabada con el mentón saliente y fino típico del Homo sapiens; los dientes pequeños como los nuestros; también podemos encontrar que sus pómulos eran marcados, como los nuestros, y no tan exagerados como los del Neandertal.

Además, su tamaño era similar al nuestro: entre 1,65 y 1, 85 metros de altura. Y un peso que oscilaría entre los 60 y 90 kg.
Todo ello, le confería un aspecto muy humano, de hecho, su nombre, Antecessor, hace referencia a su posible papel como antecesor de nuestra especie, aunque más tarde se comprobó que no era así, sino que pertenecía a la rama evolutiva del H. heidelbergensis y H. neanderthalensis.
Otros rasgos característicos que a primera vista podríamos diferenciar, serían sus cejas y sus frentes. Estas eran similares a la de especies más arcaicas o incluso más evolucionadas pero de diferente rama evolutiva a la nuestra. Por ejemplo, las cejas era prominentes, el hueso se unía y su frente era un poco huidiza escapando un poco hacia atrás. También su cráneo era más pequeño al nuestro (no mucho). Si de media tenemos una capacidad craneal de 1200 cm3, la del Homo Antecessor era de unos 1000 cm3.
Tenemos que tener en cuenta que el H. antecesor estaba en la Tierra hace 900.000 años en Europa... Hace tanto que nos hace pensar que su cultura era inexistente prácticamente. Pero eso no es del todo cierto. La verdad es que no conocían el fuego, o mejor dicho, no lo dominaban del todo. Quizá si podrían mantenerlo cuando este surgiera de forma fortuita en la naturaleza. Vivió al sur de Europa (sobre todo en España, Portugal e Italia) y allí no era tanta la necesidad de calor, ya que estos climas son templados, con inviernos relativamente suaves y cortos.
La carne la comerían cruda, y sus herramientas y utensilios de caza eran poco elaborados: palos, huesos y piedras toscamente trabajadas. Vivían en grupo, y aunque aguerridos cazadores, eran seres oportunistas y con sus toscas lajas desgarraban la carne, la separaban de los huesos y en estos dejaban sus marcas. Pero estas marcas, no solo se encontraban en los huesos de animales, sino también en los huesos fosilizados de los mismos Homo antecessor. La opinión dominante es que el canivalismo, se dio sobre todo como un aporte de proteínas, aunque otros piensan que no se trataba de esto, sino de algún tipo ritual.